Ante un desastre, decenas o cientos de personas pierden la vida. Los sobrevivientes se enfrentan a la pérdida de sus familiares, vecinos y amigos, trabajo, pertenencias y afectaciones de su patrimonio.
Para muchas personas, puede haber efectos emocionales que con el tiempo se desvanecen. Pero para muchos otros, puede haber efectos a largo plazo, tanto obvios como discretos, logrando un desajuste del desempeño de sus actividades cotidianas.
Los grupos con mayor vulnerabilidad, desde el punto de vista psicológico son:
Se ha encontrado que las reacciones del individuo van desde estados de tranquilidad hasta el temor y pánico. Pero existen otras reacciones como: enojo, angustia, depresión, insomnio, pesadillas, disminución de la adaptación a la vida cotidiana, sentimientos de culpa por haberse salvado después que los seres queridos perdieron la vida, falta de energía, etc.
Por consiguiente, es necesaria la atención psicológica y social, sin olvidar que es sólo el primer paso hacia la resolución de la crisis emocional después de haber ocurrido una emergencia. Esta labor se debe llevar a cabo de manera sistemática por personas capacitadas en el tema, hasta tener una funcionalidad normal en las actividades de su vida diaria.
La capacitación y el adiestramiento por medio de simulacros, es un recurso que contribuye a la preparación psicológica de las personas, ya que sensibiliza a las personas frente a un desastre, pues en gran medida permite un mayor control sobre sus emociones y comportamientos.
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Preparación psicológica para situaciones de emergencia