Existen básicamente dos tipos de sismos, los generados por una fuente artificial (por ejemplo, una explosión) y los generados por una fuente natural. La diferencia es que la energía que puede liberarse por medio de una fuente artificial es mucho menor que la fuente natural, lo que da como consecuencia que los sismos sean mucho más pequeños.
Los sismos de fuente natural son provocados por movimiento de placas tectónicas, erupciones volcánicas y el colapso de cavernas o minas de grandes dimensiones. En México, la mayor cantidad de sismos son generados por el movimiento de subducción y desplazamiento lateral entre placas tectónicas.
El movimiento de subducción entre placas es el causante de la mayoría de los sismos que se presentan en gran parte de la costa del Pacífico, en estados costeros que van desde Jalisco hasta Chiapas; este movimiento se caracteriza porque una porción de la corteza oceánica (cubierta por mar) se introduce por debajo de la corteza continental, dando origen a la zona sísmica más activa del país.
El movimiento de desplazamiento lateral entre placas se presenta en la porción central del Mar de Cortés, donde la corteza oceánica (que incluye a la península de Baja California) y la continental (en los estados de Sonora y Sinaloa) se están desplazando una con respecto de la otra, lo que genera los sismos en dichos estados.
Además de los sismos con epicentro cercano a la costa del Pacífico, generados por los movimientos mencionados arriba, se presentan sismos dentro de la corteza continental, por lo que se les conoce como intraplaca, y que son generados por fallas activas en la corteza o por rompimientos en las placas subducidas. Se tiene registro de sismos históricos intraplaca que superan los 6 grados de magnitud, tal es el caso del sismo de Acambay en el año de 1912, con una magnitud de 7